Mauriceando.

miércoles, 22 de julio de 2015

El Periódico

La marca de un gran periódico es que tiene grandes amigos y grandes enemigos, y El Periódico los tiene ambos.
           
Yo grande no soy, ni seré; pero sí soy, y seré siempre, amigo de El Periódico.
           
Lo fui desde que comencé a trabajar allí. O sea desde que empezó.
           
Ya he contado esto en otra parte: que cuando arrancó El Periódico había nomás como cinco computadoras, obviamente del siglo pasado. A partir de semejante estado basal y embrionario todo se fue desplegando, hasta que la sala de redacción se convirtió en un centro vibrátil donde se condensaba todo el acontecer nacional. Por el diario pasaban unas figuras que ustedes no creerían.
           
En lo personal, El Periódico me dio la educación sentimental que yo necesitaba, y me dio la posibilidad de hacer lo que más quería: trabajar escribiendo. Y escribí muchas notas, que lamentablemente hoy ya no existen porque entonces no había versión digital del diario, y por tanto no están almacenadas en la red.
           
Más tarde dejé de laborar de planta, pero me quedé con mi columnilla Buscando a Syd. Cada mes he ido volviendo a El Periódico por un cheque que nunca ha dejado de llegar, hasta hoy, que se acabó la plata.
           
Cada mes pasaría yo dejando una factura en el diario, y me gustaba eso de saludar a los guardias afuera; hablar un ratito con la asistente de Zamora; echar un vistazo discreto a la sala de redacción con su personal siempre cambiante, morfante…
           
Por esa sala de redacción han pasado muchos talentos, que allí encontraron calor y formación. Allí se hicieron cosas increíbles y muy frescas en las distintas secciones: nacionales, domingo, investigación, cultura, etcétera.
           
Acaso hoy El Periódico ya no reverbera en el ambiente como lo hiciera hace unos años. Pero eso es porque, para empezar, lo damos por descontado, y luego porque ya contamos con un paisaje periodístico más musculado.
           
Pero no olvidemos, nunca olvidemos, que ese mismo paisaje es, en buena parte, fruto de lo que el propio El Periódico ha rendido. Además me parece que es un diario que, hasta la fecha, ha seguido siendo gallo y relevante, y se ha mantenido descubriendo y propagando Cosas.

Ahora que me voy de El Periódico, que El Periódico se va de mí, es como si estuviera viviendo la muerte de alguien. Ni modo. Tanto tiempo y energía invertida: la conexión kármica era muy fuerte.