Ríos Montt. El malabarismo se impone. La fiscalía hace lo que puede con lo que
tiene. Las decisiones de guerra fueron secretivas y establecidas fuera de
cualquier campo documental. Lo triste claro es reducir una hecatombe moral a
una frágil contracción jurídica. Si el juicio, en efecto, se da, queda mantener
una perspectiva balanceada: no perderse en tecnicismos árido/jurídicos ni en
patetismos ideológico/inoperantes.