Mauriceando.

jueves, 19 de enero de 2012

Columnistas de caballo blanco

Me preocupa cómo ciertos columnistas criminalizan a personas e instituciones sin introducir matices de ninguna clase, cayendo en un juego maniqueo carnicero, un destazadero ideológico. Es algo que se hace todo el tiempo (y ni siquiera particularmente bien: no se sabe cómo trocear con gracia, destruir con elegancia, insultar con talento).

Aquí la crítica se transforma en un juego fractalizante e inútil –y tantas veces un lugar común.

Tampoco se trata de entrar en negación, naturalmente, y de ignorar los llamados de la discriminación, sino de procurar alguna clase de equilibrio creativo a la hora de emitir nuestras opiniones. No es cuestión de darle beatíficamente la espalda a nuestras preferencias y aversiones, cosa además imposible mientras subsista en el ser humano la estructura neurológica que sostiene este esquema polarizador. Pero sí de no atizar irresponsablemente una guerra de percepciones. Es válido criticar al otro, pero no a costa del otro.

Y queda el hecho de que el individuo que critica deja a menudo de escudriñar sus propios estados políticos y morales. Y todavía pretende salir en caballo blanco.