Y por favor no me confundan con esa criatura tiroidal
a la que denominan Grinch. El Grinch es un romántico, un mero sentimental a la
inversa. Si me preguntan, alguien debería de volarle los sesos con una glock en
un cañaveral de Escuintla. Mi odio a la Navidad es un odio más elevado, más
científico.