Mauriceando.

viernes, 11 de marzo de 2011

Japón en el corazón

Me puse a hacer tonglen como siempre, pera esta vez toda la sesión la dediqué a las víctimas de la tragedia del Japón. La corriente de empatía y dolor se tornó casi insostenible; me costó no perder, talvez a ratos perdí, mi compostura de bodhisattva; mi mente casi no alcanzaba a recibir la cantidad de imágenes provocadas por lo roto y la epidemia de escombros y el mal viaje de la muerte y su arcilla ensangrentada y la frustración y la impotencia y el inmenso sufrimiento sin ceremonia y todos esos japoneses rígidos ante los cuerpos rígidos de todos esos japoneses y los grumos de grito atrapado y la rabia y la angustia y el miedo y los dientes sin dueño y el naufragio total de un millón de islas sin refugio. Era una correntada tan fuerte como la que liberó el dique rajado de Fukushima. Espero que de tanta tragedia nazca un nuevo grado de consciencia y solidaridad, una impregnación de amor y el aroma del misterio que se eleva cuando lo irremediable nos hace soltar lo que queremos más en la vida, liberándolo a la inmensidad del espacio. Vean, ya estoy en lágrimas. Un millón de protectores, benefactores y ángeles y estrellas cubran el Japón en esta hora oscura. Que de todo ese lodo nazca una flor de loto, radiante en la inmensidad.