Terminé de ver The King´s Speech. Pobre hombre. El estrés que le tuvo que haber provocado un padecimiento de esa naturaleza, y siendo monarca. Ni la sífilis de Enrique VIII iguala en ordinariez a los espasmos sin categoría de un tartajo.
Yo no soy tartamudo, pero igual soy aprensivo. Como los abuelitos. Es mi naturaleza ectomorfa. Nada que hacer.
Con todas esas células nerviosas, sólo se puede pensar y pensar, hasta quemarse, como Philip K. Dick. Por eso me gustó tanto en su momento tomar pildoritas de éxtasis. De vuelta a la tierra. Pura placenta. Pero en fin, es el pasado.
Un problema eso de ser tan enfocado. Empieza a quemarse uno por debajo de la piel, y a incomodar a todo el mundo. Y no es para tanto; ni que trabajara en el despacho oval.