Mauriceando.

domingo, 20 de marzo de 2011

Insular

Hay mucha gente interesante ocupándose del arte, mucha gente inteligente activando niveles de consciencia política, pero nadie que yo sepa se dedica en Guatemala a concebir espacios de fecundidad espiritual más allá de los tradicionales, a no ser ciertos foros o centros que no pasan de ser clubs privados. Y la verdad es que la oferta espiritual termina por ello siendo totalmente aburrida; pero la tragedia real es que no consigue hacer crecer a la gente más allá de un límite mediano y mediocre. Entonces la pregunta es: ¿cómo podemos hacer que la gente creativa y sensible de Guatemala deje de desconfiar del espíritu y se interese en el desarrollo de la consciencia profunda?

Todo esto me recuerda algo que dice Ken Wilber:

“En nuestro país, los liberales no se llevan muy bien con Dios, de modo que los conservadores han acabado monopolizando el mercado de lo divino. Y al verdad es que no tengo tan claro cuál de las dos cosas resulta más desafortunada.”

Y Mailer, en una entrevista: “Recuerde a ese horroroso sacerdote que dijo: “No hay ateos en una trinchera”. Una afirmación como para que la gente se vuelva atea por veinticinco años”.

Un claro propósito de Diez Justos es el de estimular a guatemaltecos con un neocórtex funcional a volver entrar en conversación con el espíritu. No deja de ser una aventura un tanto insular y solitaria, en un medio aplastado por la convencionalidad religiosa.

Entre cínico y beato, terminé siendo un mutante muy extraño. Creo que tanto los creyentes como los intelectuales del país me van a ver –o ya me ven– con algún desconcierto y sin saber qué diablos hacer conmigo.

Como sea, pretendo seguir con esto, y mañana de hecho toca nuestro tercer episodio de Diez Justos: una entrevista con Mick Quinn, que promete ser fulminante.