Ayer, presentación conjunta de mi libro Los falsos millonarios en el Gran Hotel en la zona 1, y del libro Cuentos infantiles, de la escritora de Xela Vania Vargas. Una presentación cálida en general. Payeras fue el encargado de introducir mi librillo, y lo hizo como siempre buscando la inteligencia, el relámpago de filosofía; le estoy totalmente agradecido. Luis y Carmen –los editores de Catafaxia– son ya amigos matinales y luminosos, y para ellos sólo tengo admiración continua; y como expresé ayer: ojalá que ninguna carretera los separe. De mi lectura diré que pudo haber estado mejor, es claro que ya estoy oxidado, por ya no hacer lecturas poéticas. Un error fue que preparé demasiado lo que iba a decir, y eso siempre larva esta clase de intervenciones. Es importante tener una idea de lo que se va a hablar entre poema y poema, pero no más, o se corre el riesgo de volverse programático. Otra cosa que sentí es que en realidad los poemas de Los falsos millonarios no están realmente hechos para ser leídos en voz alta. De todas maneras, tampoco fue una cagada total de mi parte, y al final creo que hubo aprecio por parte de algunos en el público.Hace mucho tiempo que no firmaba un autógrafo. No me molesta hacerlo; lo hago de buena gana. Pero es una práctica que no me deja de parecer algo mutante.