Mauriceando.

domingo, 6 de junio de 2010

Gotas de cianuro

El meditador es un maratonista, y amasa una obra meditacional como el escritor la suya literaria. A veces hay páginas en blanco, duros días de incienso que no quiere subir, bajones de energía, y el mortal ataque del ‘lung’, un fenómeno que ya he sufrido suficientes veces en los últimos años como para no tenerle respeto. Así que, ahora, cuando hay que bajarle el volumen, le bajo, sin chistar; el meditador debe desarraigarse de la arrogancia, debe ser desarrogante, a veces; para no quemarse. Otras veces tiene que puyar. Una vida de meditación impone sus ritmos y sus moods. No todo es beato placer; a veces caen gotas de cianuro del techo, sobre el altar.