Mauriceando.

jueves, 18 de agosto de 2011

Regreso al cuento

Volví a escribir cuento (son dos los que vengo escribiendo últimamente) luego de no hacerlo durante un par de años. Me considero un escritor expansivo, y he transitado en múltiples géneros, salvo acaso la dramaturgia (aunque tengo alguna idea fija para una obra, a lo mejor un día). Pues bien, del cuento como género puedo decir que siempre lo he tenido cerca de mi corazón literario. Es un gozo eso de armar relatos. Si alguien me pagara por ellos, ya tendría una colección tan grande como la de Somerset Maugham. En una época enviaba mucha narrativa corta a los concursos y a España, pero nunca gané nada. No sé si carezco del talento, pero puedo decir con toda seguridad que para ganar un concurso hace falta reunir una serie de condiciones, y a menudo entre ellas el talento es lo primero que sale sobrando. Así que renuncié a los concursos de cuento, los de poesía, los de novela, los de todo. Tampoco tengo la paciencia (ni el don) para armarme una carrera literaria con agentes, editores, el PR, el lobbying, las presentaciones, las becas, mesas redondas, los viajes, festivales, todo ese territorio erial que hay que cultivar con una pasión y una sed de gloria que ya no poseo, en parte gracias a la frustración –esa excelente mentora cuando se trata de desencantarse de lo inesencial. Por un lado sería divertido ganar dinero escribiendo literatura de a de veras, pero por otro triunfar a estas alturas en eso de las letras traería a mi vida una ominosa carga que no veo cómo podría soportar. Esa falta de éxito no impide que de vez en cuando, en mis ratos libres, redacte un cuento, o dos, y pueda sentir, como se dice en Rayuela, “que lo que he escrito es como un lomo de gato bajo la caricia, con chispas y un arquearse cadencioso”. Y quién sabe, a lo mejor hasta termine enviando sobre y plica a algún certamen.