Mauriceando.

viernes, 18 de marzo de 2011

Puja por el Japón

Hoy hice una puja por las víctimas en el Japón. Una puja condensa el poder de determinada deidad, a quien se accede por vía de la devoción y la ofrenda. Resulta de esta cuenta factible magnetizar un espacio intercesional tremendo. En este caso, el yidam surge pronominalmente en segunda persona (y no en primera, como en la autoemanación) lo cuál genera mucho poder (todo dualismo, siempre planteado en términos de objeto y sujeto, genera cantidades masivas de poder, y eso explica por qué muchos deístas consiguen de vez en cuando sacar algún milagro del sombrero). La idea básica aquí es estimular las cualidades pacificadoras del yidam o deidad personal para aplacar los obstáculos, por medio de peticiones y mantra.

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El reto está en hundir las semillas de la iluminación en la tragedia misma. Toda desgracia es humus: una oportunidad sagrada para que florezca la más estremecedora energía trascendente. En cualquier calamidad hay un punto de apertura del corazón –desapego y solidaridad– que si es aprovechado puede llevarnos vertiginosamente a los más altos niveles de consciencia. El desastre como fórceps de lo divino.