Hoy, que he comprado todas las copias restantes del Diccionario Esotérico a Carvajal, me siento como se pudo sentir un Charles de Gaulle con la caída de Pétain. Francia es libre. Cayó el último bastión de un régimen editorial que nunca me benefició como escritor y jamás lo hará. Me refiero a imprimir por medio de intermediarios, de editores. Lo único que consiguió este procedimiento es desencantarme fuertemente de la escritura. Siempre el escritor sueña con un editor de sangre azul, pero luego se queda como aquellos pobres en New Orleans esperando a FEMA sobre un techo aislado en medio de la correntada. Cómo se hacen mendigar, los muy cabrones editores (salvo algunos, que entran en la categoría de "anomalías"). Pues ya está; que les vaya a mendigar su madre. He perdido todo interés en ellos. Nunca pongas tu visión en manos de alguien con una visión inferior a la tuya. Aunque a veces cobre por ella, no soy ningún comerciante de la palabra. Yo pulo la palabra y luego le doy su libertad. Vive la France.