Como dicen los Invisibles, el que no sirve no sirve de nada. Llevan razón. Ningún sentido pasarse la vida colgando ocurrencias y videoclips en fb en plan je ne regrette rien. O jugar al escritorcillo vitalicio y verso a verso elaborarse una lápida literaria. La cosa corre por otro lado. En los últimos años uno ha procurado contribuir de distintas maneras a la Ciudad (y no me refiero a la de Arzú) no por refinar la ecuación del karma tanto como por mantener un nivel de mínima decencia, la que me autoriza por lo menos mi mendicidad y mi egoísmo, “las pasividades de disminución”, como diría Teilhard de Chardin. Se vuelve al servicio porque no hay más. Pero ya aprendí que es como respirar: batalla y descanso. ¿No era Jodorowsky quien decía eso de que una mano siempre abierta es porque está paralizada? Si lo dijo qué maestro.