Hace un par de meses que no escribía en este diario. A esta hora, mi idea de una vida soportable apenas tiene que ver con la escritura, y menos con la escritura de diarios. Pero es lo que sé, y ya se me ha advertido que esta espina no sale nunca. Es feroz. Sólo queda darle la vuelta al guante. El último bastión de los lazarillos es la sinceridad sin moraleja, la caricatura en primera persona, el autocómic. No hay nada divertido en caminar por la calle con las manos en los bolsillos y considerar el call center de la esquina –como una especie de Casa Usher con outbound/inbound– como nuestra próxima parada laboral… Rogaremos al Santo Buda de Esquipulas por un destino más refinado.