18:30 am. En lugar de hacer mi sesión de chi kung, mejor me he puesto a escribir este diario. En cierto modo la literatura también es un ejercicio de chi kung. Las frases también tienen chi. A veces están demasiado calientes o demasiado frías. A veces están bloqueadas. A veces fluyen. En fin, helado afuera, desde anoche. Imagino a algunos taxistas ya cruzando la ciudad. Otros estarán corriendo, succionando oxígeno. Algunos estarán volviendo a sus casas, después de una noche de humos y penumbras. Cada quien tiene su estilo. El mío, ahora que ya no estoy demasiado loco, es el chi kung, pero hoy no. Hoy mejor me decido a reabrir este diario. No es probable que adquiera muchos seguidores. Lo cuál es bueno: un relativo anonimato es siempre aconsejable. Los diarios por estos días son demasiados. Por ser de todos, son casi de nadie. Mientras observo los primeros carros esmaltados de la mañana, y desde mi edificio de cristal, celebro que nadie a esta hora esté leyendo diarios.